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El Dolor Mental y la Psicosis: Una Realidad Insoportable

  • Foto del escritor: Beatriz Gómez Villanueva
    Beatriz Gómez Villanueva
  • 16 jun
  • 3 Min. de lectura
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En el padecimiento psicótico no sólo hay una alteración en cuanto a cómo se ve la persona  a sí misma, quizás resulta más llamativa y al fin de cuentas lamentable la distorsión o incapacidad para asimilar con claridad y conciencia la realidad. La persona psicótica tiene una incapacidad grave para asimilar con objetividad y sin tanta distorsión la realidad. Y si bien la falta de objetividad no es posesión exclusiva de los pacientes psicóticos, y cualquier persona puede llegar a manifestar alteraciones al respecto, es en la psicosis que el juicio perturbado puede llevar a una persona afectada en extremo a matarse en un momento dado, ante la convicción de la persecución y daño de los que supuestamente es objeto; esto es producto de una lamentable alteración de los procesos neurofisiológicos, bioquímicos, emocionales y psicopatológicos que pueden y deben ser tratados.

 

Con la psicosis se reniega de la realidad. El paciente “enajenado”  o entregado a sus disposiciones delirantes se resiste a lo que de manera natural nos impone la vida misma y que es la realidad del mundo externo con las limitaciones, frustraciones y obligación de esfuerzos que esto conlleva. El enfermo psicótico no acepta ni tolera que la realidad externa se contraponga a sus deseos y fantasías creadas en el mundo interno.

 

Es como si no pudiera discernir qué cosa son las fantasías y aquello que las personas con una estructura de personalidad neurótica o sana entenderían por realidad. El hecho de tolerar, enfrentar y dar solución a la frustración es uno de los mecanismos psicológicos más importantes que dan pie a la conformación de la personalidad y el aparato psíquico, pero el paciente con psicosis no sigue este mecanismo, lo evade y “transforma” o distorsiona la realidad. En consecuencia, lo que se genera es un ataque a la realidad externa. 

 

En todo proceso psicótico hay un elemento siempre presente singular e importante: El psicótico tiene una tolerancia casi nula al dolor mental.

 

¿Qué es el dolor mental? De manera sencilla y operativa diría que el dolor mental es el dolor que se siente en nuestra mente, el que creamos como producto de los sentimientos que experimentamos o que construimos. Dicho de otra forma, el dolor físico se presenta y experimenta al existir un aparato senso-perceptual que informa a nuestro cerebro de estímulos nociseptivos (cosas que pueden causarnos daño): una astilla o clavo enterrado en el pie y que hay que quitar de inmediato.

 

El dolor mental es algo que todos los seres humanos sentimos, pero los pacientes psicóticos tienen hacia él una inmensa intolerancia. Por ejemplo, para cualquier persona el dolor por la muerte de un ser querido, las rupturas de pareja o matrimonios, la incertidumbre, enfrentar lo desconocido y la ansiedad que produce, condicionan un gran dolor mental, y hacia eso el paciente psicótico tiene mínima o nula tolerancia.

 

Como parte de las reacciones que manifiesta el paciente psicótico ante el dolor mental estará negar la realidad o transformarla como un intento inconveniente y desafortunado de adecuarla a sus fantasías y con ello mitigar el dolor que imponga.

 

El paciente tiene además mucho miedo a los cambios. Es común observar la resistencia típica a que “nada se mueva de lugar”. Todo cambio es amenazante, le remite a la fantasía de “más vale malo por conocido”, ya que “lo que venga será peor”. Se vive siempre temiendo y esperando lo peor, pensando que “cualquier calamidad extrema está por venir”.


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